martes, 12 de enero de 2016

El Idioma Quechua


De todas las lenguas que se hablaron en el antiguo Perú, como el aimara y el puquina, en la sierra sur, o el mochica, el tallán  y el quingnam, en la costa norte, hubo una que tuvo un destino muy particular, llegando a convertirse en la así llamada “lengua general” del gran imperio de los Incas, primero, y en el idioma en el que los Españoles impusieron su religión y, en general, su dominio a los habitantes del imperio conquistado, después.
Hacia el siglo IX de nuestra era, esta lengua, el quechua, era una más de las muchas que se hablaban en territorio peruano y se hallaba difundida tan solo en la costa central y en las serranías del actual departamento de Lima. Desde aquí, en los siglos sucesivos, este idioma fue irradiándose paulatinamente hacia los territorios vecinos, ubicados en los departamentos de Ancash, Huánuco, Junín y Pasco.
El florecimiento, hacia el siglo XIII, del señorío de Chincha (actual departamento de Ica), que basaba su poder en el dominio del arte de la navegación puesto al servicio del comercio y de la pesca, da un nuevo impulso a la difusión del quechua, que para entonces ya se había diferenciado en dos grupos dialectales con notorias diferencias entre sí: las variedades Chinchay y la Yungay.
Es de la mano de los comerciantes del señorío Chincha que esta variedad del quechua se debió de haber difundido a lo largo de los Andes. Es interesante señalar, asimismo, que por esta misma época el idioma más utilizado en territorio cusqueño fue seguramente el aimara, otra de las lenguas peruanas que ha sobrevivido hasta hoy.
Cuando los Incas, que por su lengua de origen era en realidad más aimaras que quechuas, empezaron a extender los límites de su puntaje imperio, encontraron que la variedad Chínchay del quechua se usaba ya como idioma de relación en gran parte de los extensos territorios conquistados. Por ello adoptaron el quechua como “lengua general” en desmedro del aimara.
Los conquistadores españoles, por su parte, no tardaron en percatarse de que en los vastos territorios que habían caído bajo su dominio se hablaba una enorme variedad de lenguas y que solo una, el quechua, hacía las veces de lengua franca. Este idioma, por lo demás, ya estaba asociado en la mente de los antiguos peruanos con el poderío cusqueño y de los incas.
Los antiguos peruanos, es sabido, no conocían la escritura, pero ello no fue obstáculo para que se desarrollara una brillante literatura en lengua quechua. Pequeñísima parte de este acervo cultural se ha conservado hasta hoy día gracias a las recopilaciones que hicieron los cronistas. Se trata, sobre todo, de poesías, como los haylli, que eran una especie de himnos guerreros, o los harawi, que, por el contrario, eran canciones de amor y de ausencia.
Durante la Colonia, el quechua corre una doble suerte, bastante contradictoria por cierto: por un lado, sobre todo en la costa, cede terreno ante el castellano y prácticamente desaparece del mapa lingüístico de esos territorios, pero, por otro, sobre todo en la sierra central y sur, desplaza definitivamente a otras lenguas nativas y se convierte en el idioma materno de la población autóctona que sobrevive a las calamidades que trajo consigo la conquista. Más aún, gracias al afán evangelizador y al esfuerzo de los europeos más cultos que llegan a tierras americanas, empieza a escribirse y a ser estudiado por gramáticos y lexicógrafos.
Otro fenómeno interesante relacionado con este idioma es el que se produce a partir de fines del siglo XVII en ciudades como el Cusco, donde el nacionalismo en germen de sectores criollos hacen que se empiece a producir una literatura en quechua que busca adueñarse del pasado incaico. Tal es el caso, por citar solo los ejemplos más representativos, de los dramas en quechua Usca Paucar y Ollantay. De hecho, algunos estudiosos consideran que el periodo que va de fines del siglo XVII a fines del XVIII es el “siglo de oro” del quechua literario.
Ya en la época republicana, entre las dos últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del siglo XX, la ciudad del Cusco conoce el auge de una amplia y variada producción dramatúrgica en lengua quechua. Son más de setenta, entre dramas y comedias, las obras que se escribieron y se pusieron en escena en ese periodo y son numerosos, asimismo, los autores que cultivaron estos géneros literarios, destacando los nombres de Nicanor Jara, José Lucas Caparó y Nemesio Zúñiga Cazorla.
Los argumentos de tales obras, siguiendo la tradición iniciada por el Ollantay en siglo XVIII, solian ser leyendas de origen incaico y episodios de la historia de este mismo periodo. Esta interesante producción dramática era una muestra de la identificación de las elites de la ciudad con el pasado incaico y, al mismo tiempo, un intento de afirmar la supremacía cultural del Cusco frente a Lima.
Para comprender este florecimiento del teatro quechua hay que tener en cuenta que a comienzos de siglo la ciudad del Cusco tenía una población mayoritariamente monolingüe quechua y que las elites eran bilingües. El monolingüismo castellano en ese entonces prácticamente no exisitia.
En la actualidad, esta situación ha variado, y se puede decir que en la ciudad ya no existe el monolingüismo quechua. Se conserva, en cambio, un gran sector bilingüe, junto a otro, también importante, que solo habla el castellano.
Con todo, el quechua se sigue usando no solo en la vida cotidiana de las familias cusqueñas, sino también como vehículo para la creación literaria y con ocasión de algunos acontecimientos importantes de la vida en la ciudad. Muestra de lo primero es la obra poética de Andrés Alencastre (1909 – 1984), considerado por los estudiosos el más grande poeta quechua del Perú. Un ejemplo de lo segundo es la escenificación del Inti Raymi, que en cierto modo es una continuación de la tradición teatral quechua de comienzos de siglo. Además, lo que es muy importante, el quechua vive en los cuentos y leyendas que la tradición popular transmite tanto en la propia ciudad del Cusco como en las zonas rurales del departamento.
El quechua, o runa simi, es un idioma aglutinante; es decir, la mayoría de sus expresiones se construyen añadiendo sufijos a los términos básicos. Por ejemplo: wasi quiere decir “casa”; wasiy quiere decir “mi casa”; wasikunapaq quiere decir “para las casas” y wasinchikmanta “acerca de nuestra casa”.
La práctica de las palabras quechuas llevan el acento en la penúltima silaba. Las excepciones pueden indicar otra significación. Por ejemplo warmaya (con acento llano) significa “pobre muchacho” mientras que warmayá (con acento agudo) quiere decir “es el muchacho”.
El quechua casi no emplea artículos, conjunciones ni preposiciones, ni existen terminaciones diferentes para distinguir el género. Con el fin de diferenciar el sexo del sujeto se emplean modificadores como Warmi wawa (niña) y qari wawa (niño). En cuanto a características fonéticas, el quechua solo tiene 3 vocales: i, u, a; y carece de las consonantes b, d, g, f, rr; que hoy en día solo se emplean para asimilar palabras tomadas del español.
El quechua es un idioma de gran musicalidad y concisión. Carece de raíces que permitan traducir apropiadamente las palabras como “motor” y “gasolina”, pero es ricamente expresivo en el contexto rural, de estrecho contacto con la naturaleza, que le es propio. En este ámbito el quechua tiene muchas voces de las que el español carece, como allay (extraer tubérculos de la tierra), haypuy (dar a todospor igual), nakay (matar animales con fines de alimentación) o chaqllay (construir de forma provisional con ramajes o cañas).
Muchas palabras quechuas han pasado a ser parte del léxico de todos los días en los países de habla hispana. Cuando los hombres “machos”, se quitan los “ponchos” y juegan pelota en la “cancha”, fieros como “pumas” después de haber trabajado en la “chacra” con la “lampa”, lo hacen empleando términos quechuas.

Breve vocabulario quechua de uso comúnEstos son algunos términos del habla cotidiana del quechua cusqueño:
 Agua: unuBesar: much´ayChicha: aqhaEnamorarse: munapayakuyLibertad: qespikay
Alegría: kusiBlanco (color): yuraqCielo: hanaq pacha Esperar: suyayMano: maki
Amanecer: pacha illariyBotica o farmacia: hanpiqhatu wasiCinco: pichqa Fruta: añawiMujer: warmi
Amarillo: qarwaCaminar: puriyComida: mikhuna Gallina: WallpaNegro (color): yana
Azul: ankhasCamote: apichu, kumaraCordillera de los Andes: anti orqokuna Gritar: qapariyNueve: Isqon
Bailar: tusuyCanción: takiCuatro: tawa Hablar: rimayOcho: pusaq
Bajo (de estatura): tanka (varón); t´ustu (mujer)Cansarse: sayk´uyCurar (la salud): hanpiy Hambre (tener): yarqachikuyPescado: challwa
Bañarse: armakuyCara: uyaDespacio: allimanta Hombre: runaPuerta: punku
Barrer: pichayCerdo: kuchiDiez: chunka Jardín: muyaRegresar: kutiy
Beber: ukyayCerro, monte: orqoDos: iskay Jugo (de frutas): hilliRojo: puka
Sangre: yawarSeis: soqtaSiete: qanchisTres: kinsaUno: huk

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